No quiero decir salmis, porque nuestra habla
castellana vale tanto como la francesa.
Se preparan las chochas
en salmorejo, cuando les faltan horas - minutos que diría un glotón-
para que se altere y descomponga su carne.
Se sacan las tripas, se limpian bien y se
vuelven a meter en el cuerpo.
Se enjuagan las chochas por dentro con un
poco de vinagre al estragón, y ligados con bramantillo sus alones,
cuello y patas, y metido el pico en sus carnes, se le introduce a cada
chocha en el cuerpo un pedazo de manteca de vacas del tamaño de
una nuez, se sazona fuerte y se untan por fuera las chochas, con la grasa
que suelte por frotación una corteza de tocino.
Dispuestas y preparadas así las aves,
se rehogan con manteca de vacas sobre fuego vivo y se doran por igual.
Se moja en seguida con caldo limpio concentrado
y se deja cocer cuarenta minutos a fuego lento.
Para servir el plato se parten en cuatro
pedazos cada chocha y se aunan en una fuente que aguante el fuego como
si no estuvieran partidas, y sobre tantos picatostes fritos y empapados
en el jugo como chochas haya, pero teniendo en cuenta que cada costrón
de pan, ha de ser mayor que cada pedazo de chocha.
Ya la fuente en la mesa, se descubren los
picatostes, que se rocían con ron
de Jamaica.
Se saca en un plato sopero todo lo que tiene
dentro el pájaro, se pica y amasa con un poco de ron, y se van untando
con esta masilla todos los picatostes.
Entonces se sirve a cada comensal su picatoste
y su trozo de chocha.
Se le prende fuego al picatoste, que socarre
la chocha un poco, y se come cuando se ha apagado el manjar.
El gran Montiño llamaba a este plato,
que por lo que se ve no es nuevo, una porquería, lo cual no impide
que sea como lo fue siempre el salmorejo de chochas, un manjar selecto
de la alta cocina, y de las grandes mesas.
En cuanto al calificativo propinado por Montiño
al salmorejo, conviene más a muchos platos del maestro, que solo
podrían comerse hoy, si se llevaran a la práctica, con hambre
atrasada o por apuesta.
Carème y Vuillemot, los grandes cocineros
franceses, hacían el salmorejo de chochas, de otro modo que el que
he formulado antes, y que si no me equivoco, ha de ser el mismo que indica
Gouffé,
y que en todos los tratados de cocina se copia con el título de
salmis.
Se limpian y se asan tres chochas, y cuando
están frías se cortan en pedazos, se les quitan los pellejos
y se ponen en una sartén chata de saltear.
Se machacan los armazones y demás
carne que resta, poniéndolo después en una cacerola con dos
cebolletas, dos clavos de especia y un ramillete surtido.
Se añade media botella de vino tinto
de Burdeos.
Se reduce a la mitad y se añade después
un litro de española.
Se deja cocer muy suavemente durante media
hora al lado de la hornilla, teniendo cuidado de espumar y desengrasar.
Se cuela por el cedazo y se reduce la salsa
hasta que deje bañada la cuchara.
Se salsean las chochas que están en
la sartén de saltear.
Se ponen en la fuente formando pirámide,
se salsean y se guarnecen de pedazos de pan frito untados con un relleno.
Angel
Muro
El
Practicón
Tratado
completo de cocina al alcance de todos y aprovechamiento de sobras.
Madrid,1893