En vuestro estanque de ranas pescaréis varios cedazos llenos de tritones que aún no se hayan tornado en ranas; debéis cogerlos en la quinta semana de su desarrollo porque es entonces cuando es mejor su sabor. Para hacerlos morir los pondréis por un momento en un puchero con agua que hierva intensamente, luego los limpiaréis con cuidado bajo agua fría corriente y dispondréis los cuerpos a secar sobre un paño que absorberá cualesquiera de las aguas que en ellos hayan quedado. Entonces, rociadlos con una harina fina con sal y pimienta (o sal y culantro), agitadlos en un cedazo seco para arrancarles la harina que no sea necesaria y vertidlos sobre una sartén con aceite de oliva hirviente para que se tornen ligeramente marrones. De nuevo los dispondréis sobre un paño que pueda absorber el aceite de oliva sobrante, y cuando así haya ocurrido entonces ya pueden comerse. Algunos amantes de este plato acostumbran a derramar por encima un poco de zumo de limón. Pero también hay otros que, al conocer el contenido del plato que acaban de comer, empalidecen y abandonan la mesa con premura.
Notas
de cocina de Leonardo da Vinci
Compilación
y edición de Shelag y Jonathan Routh
Madrid,Ediciones
Temas de Hoy,1993.
Coleccion
Bolsitemas