Gran Balneario Vichy Catalan. Caldas de Malavella
(Gerona). Embotellamiento.
(s.e.s.d.)
Reinvención del simposio
Hagámonos ilusiones: sin la participación y voluntad
gastronómica de la Hispania vetusta,el Mediterráneo sería
un círculo culinariamente artrítico y manoseado.Desde Tiragenes,héroe
numantino inventor de un estimulante,caliente y espumoso brebaje de trigo
hasta el archicelebrado Jacobo de Santa Madrona, inventor montaraz de la
bisectriz del revuelto, nuestra cocina de leña y hierro colado ha
pasado de ser tangente receptora a centro de la circunferencia demoledora
de la patata y el café.Para ello y hace años, mientras europeos
de más el norte acuden por el norte a su vez a oriente para buscarnos
especias y espíritus (venecianos y cruzados), por el sur y en dirección
contraria,enriscados hijos de Alá nos proporcionan insustituibles
finuras.Tantas estos últimos,que la ilusión del viajero alemán
Münzer "alcanzaba proporciones alucinantes" cuando describía
las cortes de moros que habían de asaltar los católicos:
escabeches olorosísimos,pastelitos de hojaldre perfumado con miel,canela
y almendra verde competían con ventaja contra los capones bestias
del castillo de los Monroy, sanísimos y fin¡simos patios perfumados
por el naranjo y el jazmín compiten con ventaja entre los vertederos
y retablos que rodean los insistentes reales de los conquistadores Mendoza.Por
otro lado, aljamas de sano olor a aceite de oliva se señalan entre
ciudades enteras entregadas al racial e identificador frito con grasa.
Así, los paladares transeuntes en esta Hispania nova hemos podido
aprender a reunir en un plato la lineal invasión azul de los fenicios,el
garbanzo con perejil sirio,la uva inventada por Theófanes,el queso
caliente de Gayo Sempronio Tribulcio,el aceite del monte de los aceites,el
cordero extremeño,los delicados rulos franceses y otras salvajadas
menos aparentes
Entre los deseos más cercanos,labbra di Laura, amigos reunidos alrededor de este ateneo alzado con las formas singulares del bendecido, amantes de la despierta reunión helada entre el estrecho y el oporto;añorados ‚éstos del portugués Enrique el navegantes,que nunca pisó un barco por miedo a no volver a sus vinos. Con todo y para los de aquí, la herencia de estos riegos levantinos que cortan la hortaliza con la precisión del Arte cisoria de Enrique el astrólogo, que nunca subió a una estrella, sea el bigote con sal de cuantos operarios se atacan, más que por la identidad de cuanto se mueve sin sentido entre los dientes, por las ilusiones que resumen unos escabeches que ya citaba el finísimo Pliego de cocina y escabech del moro viejo Pedro de la Santa Fe tirado por Pedro Dez en Mallorca en 1542: porque el escabeche une una geografía tanto o más que la reflexión vírica de Julio Camba. Y así, boquerones,gazapos y gallinas recorren este círculo íntimo y mayor que ahora sobre el cedro del Líbano y a la sombra del rescatador tono del oporto nos hace darnos a la ilusión de sentirnos afortunados tras las prensas de Carlos Amorós , proençal de Barcelona y su Ruperto, del viaje educador de Ramón Llull, de los que ahora se disponen a disfrutar una herencia convencidos de los que la base de un buen por llegar, como la de un plato, es la que se hace integrando los ingredientes, incluidos los que conquistar cuesta un triunfo, un amor y un muerdo desaprovechado.
Carlos Clavería
Pep Torres ( Ateneu Gastronòmic,1997) |
Dª Laura Ferreira con Ernest Núñez preparando lampreas en escabeche estilo Ponte de Lima |