¡Santa
Rita, Rita!...
I
Dame un hijico, Señor,
(la probe de Juana icía;)
dame un hijico, Señor,
pa contento de mi vida.
Y tanto y tanto rogaba
y con tanta fe pedía,
que, escuchándola, el Señor
le dio, al remate, una hijica.
II
Y creció la nena,
que era de lo hermoso
que en el mundo había,
¡igual que un dibujo,
de tan rebonica!...
A la probe Juana
privá la tenía...
La zagala corre,
la zagala blinca,
la zagala canta,
la zagala chilla...
¡qué aciones de vieja!
¡qué zalamerías!
Pos ¿y las palabras?
¡Ay, lo que sabía!...
III
Y gozando cuanto hay qué,
felís del tó con su hijica,
se estaba tirá en el suelo
la probe Juana tó el día,
haciendo con la zagala
locuras por divertirla...
pasando las horas muertas
embobá y embebecía...
La zagala la caló,
y, encanándose de risa,
tó lo que se le antojaba
a su madre le pedía;
y su madre, pos, ya ves,
le hubiera däo la vida.
Y era e ver a la zagala,
con ropa e mujer vestía,
arrastrando por el suelo
dista el pañuelo e Manila,
y era e ver cómo a su madre
la baba se le caía...
Pos aluego, «Trae la ropa,
que le arcemos, hija mía».
¡Que si quieres!¡Miá que darla!
A röar la mantellina,
y los vestíos de sea,
|
y tó lo que se ponía.
«¡Pero, trae la ropa, nena!»
¡Que si quieres! Risa y risa
y, chalando el tó a su madre,
cantaba esta retahíla;
«Santa Rita, Rita,
lo que se da no se quita.»
Pos... y Juana la dejaba
y, en sus adentros, icía:
«Dios mío, ya que m´has däo
pa mi contento esta hijica,
no me la quites, Señor...:
¡Señor, Santa Rita, Rita!...»
Pero como tó tié fin,
y antes que tó la alegría,
pa esesperación de Juana
se puso mala su hijica
y encomenzaron los llantos
y se acabaron las risas.
¡Ay, qué cuadro! ¡Si hubiás visto!
¡Qué tristeza y qué agonía!
Muriéndose de su mal
aquella crïaturica,
y al mesmo tiempo su madre
que de pena se moría.
Esvariändo las dos
que era un dolor el sentirlas...
la probe Juana de angustia,
de calentura su hijica:
la zagala con los juegos
que con su madre tenía,
y saliendo en su trastorno
con aquella retahíla:
«Santa Rita, Rita,
lo que se da no se quita...»
Y la madre con la idea
de las gracias de su hijica:
d´aquellas palabras dulces,
d´aquellas alegres risas,
d´aquellas cosas de vieja,
d´aquellas zalamerías...
Y cá ves más la zagala
qu´ice «Santa Rita, Rita»,
y la madre, que ca ves
más loca al ver que su hijica
se le muere, y que el Señor
que se la dio se la quita,
sin que haiga pa ella consuelo,
y al son de la zagalica,
como iciéndoselo a Dios,
dice «¡Santa Rita, Rita!...»
¡Santa Rita, Rita! ...
Vicente Medina y Tomás |