JABALÍ Y JABATO

No voy a entretenerme ni a molestar a mis lectores formulando guisos para el jabalí ni para su cría.

El jabalí o cochino del campo y el jabato hay que considerarlos, en culinaria, como el cerdo y el lechoncillo, respectivamente.

No hay guiso, ni preparación, adobo o salazón, que se haga con el cerdo que no se pueda hacer con el jabalí.
Desde el jamón hasta las morcillas más orondas, el jabalí suministra a la cocina tantos manjares como el cerdo.
Más firmes las carnes magras, menos grasas, y los tocinos más entreverados; he ahí la única diferencia para las manipulaciones.
Ahora, como cuestión gastronómica y de paladar, la carne del jabalí y la del jabato pecan por la falta de suavidad que procuran los encebamientos; pero, en cambio, tiene ese aroma de monte, de tomillo, romero, jara y robledal, que la hace superior.
Hay, sin embargo, un manjar de lujo en la cocina que sólo corresponde al jabalí, por más que con el cerdo se imite algunas veces la preparación.

Angel Muro
El Practicón
Tratado completo de cocina al alcance de todos y aprovechamiento de sobras.
Madrid,1893