Salmorejo de becacines del maestro

Sí, del maestro en culinaria, y mas maestro aún en literatura, el gran literato francés, critico sin rival, Francisque Sarcey.
Para dos o tres personas, se asan en el asador a medio punto dos becacines, después de haberlos limpiado muy bien por fuera, pues sabido es que por dentro, así como las conchas y caracoles, este animal no se vacía. Medio asados que estén los becacines, se dividen según todas las buenas reglas del arte de trinchar, y luego se parten en dos pedazos de alones, las patas, el estómago y la rabadilla, y se van colocando los trozos en una fuente.
En el plato en que se ha hecho la disección, y que precisamente ha de ser de plata, o de ruolz o alfenide, se aplastan y despachurran los hígados, las tripas y todos los menudillos de los pájaros, exprimiendo sobre ellos el jugo de cuatro limones bien carnosos y la corteza rallada en polvo de un solo limón. Se colocan encima los cortes de los becacines, sazonándolos con sal, pimienta,nuez moscada y dos cucharaditas de café, de buena mostaza francesa, añadiendo medía copa de vino blanco. Se coloca en seguida el plato sobre una lamparilla de espíritu de vino, de las llamadas infierno  y se remueven sin cesar los pedazos con un tenedor de plata, para que durante este último punto de cocción tomen bien el aliño y no se peguen.
Es preciso tener mucho cuidado para que vaya cociendo el todo por dentro sin hervir, y cuando se ve que va a llegar este momento se echan unas gotas de aceite y se retira el plato de la llama del espíritu de vino, y se vuelve a empezar hasta concluir la operación.
Este salmorejo hay que comerlo muy caliente, y con el tenedor, no con la mano, como todas las aves, por el riesgo que correría uno de devorarse los dedos al chupar la salsa, que es el más delicioso de todos los manjares habidos y por haber.
Bien dice el doctor Thebussem, que la sartén y la pluma hacen buenas migas.
Y tan buenas.
Como que esta receta del eminente literato, dio origen nada menos a la fundación y establecimiento en París, del renombrado restaurante de alto vuelto, titulado: A la Tete noire, construido últimamente, y copia fiel de una hostería de la Edad Medía.

Angel Muro
El Practicón
Tratado completo de cocina al alcance de todos y aprovechamiento de sobras.
Madrid,1893